“Acid Floresta”: Gladkazuka traduce el pulso de Medellín en la música
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ACID FLORESTA: UN LENGUAJE ENTRE LA CALLE Y LA INTIMIDAD DEL ESTUDIO
“Acid Floresta” es el resultado de un proceso de reconocimiento y traducción sonora. Un término que ha cobrado forma en los últimos años para denominar una búsqueda que, en realidad, comenzó hace más de una década: la intersección entre los ritmos foráneos y la música que habita las calles, con su dinámica social y su vitalidad irreductible.
Este álbum nace de la observación y la escucha de los sonidos cotidianos que conforman la identidad sonora del barrio: la tienda de la esquina, el metro, el billar, la esquina. Espacios donde la música no es una elección, sino un pulso constante de vida. La percusión de la calle, el eco de una radio lejana, el fraseo espontáneo de una conversación: todo esto se convierte en materia prima. De ahí, el proceso se traslada al estudio, donde el bajo, los sintetizadores, las cajas de ritmos y los samplers sirven como herramientas de traducción: lo que comienza como una documentación de la realidad se transforma en una interpretación musical.
En este punto, surge una tensión entre lo aprendido y lo sentido. Durante años, la música tropical y el vallenato formaron parte de un paisaje sonoro que coexistía con influencias externas, generando distancia y afinidad. Pero en ese tira y afloja —entre lo familiar y lo desconocido— se reveló un hilo conductor: el sabor. No como género, sino como esencia, una fuerza vital e irremplazable.
“Acid Floresta” se estructura en tres momentos: la calle, que ofrece material sonoro en bruto; la intimidad del estudio, donde esos sonidos se reinterpretan; y el escenario performativo, donde la música regresa a las calles, cerrando el ciclo. Es en este último momento donde emerge su verdadera naturaleza: en la vibración compartida, en la bailabilidad, en lo que conecta más allá de la geografía y el contexto.
El álbum propone un diálogo entre la intimidad y la experimentación colectiva, entre la música latina y la electrónica, entre lo crudo y lo procesado. Un espacio donde la música de la calle y la música del bosque convergen para crear una nueva memoria sonora.