Capítulo 1

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos

DISCLAIMER >> 
Este libro explora la vida en los márgenes de la sociedad a través de historias crudas y honestas sobre música electrónica, sexo, drogas y libertad. Su lenguaje directo y temas sensibles buscan reflejar la autenticidad de una cultura que desafía las normas establecidas.
Advertimos que algunos capítulos contienen lenguaje explícito y referencias a situaciones adultas. No buscamos glorificar conductas de riesgo, sino ofrecer un testimonio sincero que invita a reflexionar sobre la búsqueda de identidad, conexión y trascendencia.

Léelo con mente abierta y responsabilidad.

MI POLLA ME HA ABIERTO MUCHAS PUERTAS.

Y también me ha metido en muchos líos, la gogo era novia de uno de mis mejores amigos.

Silvia se llamaba, me acuerdo verla bailar y toda una legión de “bakalas” de aquella época sudar la gota gorda, y no precisamente por llevar el plumas, el famoso Pedro Gomez, si no por que era la tía más cachonda que había parido la noche de Madrid.

La noche que el se entero lo vi venir, él estaba apoyado al final de la barra, mirándome con cara de odio, yo pinchaba en ese momento un disco suyo, Metal Hammer, eso fue el detonante y lo siguiente que recuerdo es como el y la novia subían a la cabina para pegarme.

Puro espectáculo…

El de las luces agarró a mi amigo mientras ella me pegaba con los tacones en la cabeza (verídico), y yo le reventaba el hígado a él pensando, no solo pongo tus discos, ¡también me follo a tu novia!. Estaba consumido por una mezcla de adrenalina, mala hostia y techo pop antiguo. Una vez los seguridades se lo llevaron fui corriendo a la oficina, me encerré, saque un gramo e intente hacerme una raya.

Las manos me temblaban, la cabeza me daba vueltas y mi camisa de Ralph Laurent era un cromo de sudor y sangre. Conseguí a duras penas volcar la bolsa entera encima de la mesa, sin preocuparme de darle forma, abalance mi cabeza contra ella y esnife, esnife como si fuera la última vez que lo haría, como si me fuera la vida en ello, como si lo necesitara para seguir vivo…

A día de hoy no recuerdo nada que me sentara mejor. Llamaron a la puerta, me levanté en una absoluta tranquilidad, estaba en paz conmigo mismo, anduve hasta la puerta, gire la llave y allí estaba, mi amigo. Venía a pedirme perdón, ¡PERDÓN!. No entendía nada, pero no me importaba, nada lo hacía, estaba por encima de él, por encima de mi, por encima de todo. Le aparte y sube a la cabina, el resto de la noche sólo pincharía yo, necesitaba techno, era la banda sonora del colocón que llevaba y nada ni nadie me lo iba a impedir.

Serían más o menos las 4 de la mañana y abríamos hasta las 8, así que quedaban por delante 4 horas de techno del bueno, Carola, Ruskin, Mills y su puta madre empezaron a desfilar por los tres platos (me parecían pocos) y la orgia de bombos estridentes y voces en loop de apoderaron de Rivers59 , de mi y de todo el público que allí bailaba como hijos de puta.

A las 8 de la mañana sale por la puerta del 59 de Fernandez de los Ríos totalmente destrozado y feliz. Baje andando hasta Principe Pío, era totalmente incapaz de meterme en en taxi, me faltaba el aire, me sobraba vida.

Recuerdo coger el taxi en la rotonda de P Pío, balbucear la dirección de mi casa y al arrancar gritar: PARE! Vamos a la estación de Chamartín.

Este capitulo pertenece al libro “Cocaína, Sexo y Techno” escrito por Alex Hertz y que podrás leer aquí semanalmente en exclusiva.

Haz Click Aquí para volver a la Serie