La evolución del consumo de drogas: de lo físico a lo digital

Tiempo estimado de lectura: 4 minutos

El consumo de drogas ha sido una constante en la historia de la humanidad, pero la forma en que estas sustancias y experiencias son ofrecidas, consumidas y percibidas ha cambiado radicalmente en las últimas décadas. Antes, la idea de “droga” evocaba imágenes de transacciones clandestinas en calles oscuras, de sustancias químicas o naturales que se ingerían, inhalaban o inyectaban. Hoy en día, vivimos en una era donde las “drogas” también se presentan en formatos digitales, transformando tanto la manera de consumir como el concepto mismo de adicción.

De las esquinas a los sofás: el cambio en la distribución y consumo

En el pasado, el consumo de drogas estaba estrechamente ligado a interacciones físicas y espacios concretos: parques, bares, esquinas y otros lugares donde compradores y vendedores se encontraban cara a cara. La oferta de estas sustancias implicaba cierto riesgo físico y un contacto directo con redes clandestinas. Las drogas eran tangibles: pastillas, polvos, hierbas.

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Hoy, el entorno ha cambiado. La tecnología ha introducido nuevas formas de acceder a experiencias adictivas y estímulos sin necesidad de salir de casa. Desde plataformas en línea hasta aplicaciones diseñadas para captar nuestra atención, lo digital se ha convertido en el “nuevo dealer”. Ya no es necesario buscar sustancias en la calle, porque las “drogas digitales” llegan directamente a nuestras pantallas.

Drogas digitales: ¿de qué estamos hablando?

El término “droga digital” no se refiere a sustancias químicas, sino a estímulos que producen efectos adictivos similares. Entre estos destacan:

1. Redes sociales y dopamina: Plataformas como Instagram, TikTok y Twitter han sido diseñadas para capturar la atención y liberar pequeñas dosis de dopamina, la “hormona de la recompensa”, cada vez que recibimos un like, un comentario o una notificación. Estas plataformas son adictivas por diseño, utilizando algoritmos para maximizar el tiempo que pasamos en ellas.

2. Gaming y casinos en línea: Los videojuegos han evolucionado para incluir microtransacciones, sistemas de recompensas y diseños que explotan la psicología humana para mantenernos enganchados. Por otro lado, el auge de los casinos en línea hace que el acceso al juego sea más fácil y peligroso que nunca.

3. Contenido visual y auditivo: Las “drogas auditivas” o binaurales son sonidos que, según algunos, pueden inducir estados alterados de conciencia. Aunque la evidencia científica es limitada, estas herramientas han ganado popularidad en ciertas comunidades. Por otro lado, las series, películas y contenido en streaming también generan comportamientos compulsivos con el fenómeno del “binge-watching”.

4. Estímulos inmediatos en apps de citas y compras: Aplicaciones como Tinder o Amazon estimulan nuestro cerebro con recompensas inmediatas: un match, una compra exitosa o un paquete entregado rápidamente. Estas pequeñas satisfacciones pueden convertirse en compulsiones.

El aislamiento como catalizador

Uno de los factores clave en este cambio es el aislamiento social, especialmente potenciado por eventos globales como la pandemia de COVID-19. Las personas buscan compensar la falta de contacto humano y la monotonía diaria con estímulos digitales. Sin darnos cuenta, nos hemos adaptado a una rutina donde la pantalla es tanto refugio como trampa.

Además, el anonimato que ofrece internet ha creado un entorno perfecto para que el consumo de drogas tradicionales también se digitalice. Plataformas en la dark web permiten comprar sustancias físicas con un clic, rompiendo la barrera del contacto físico y aumentando la accesibilidad.

¿Qué nos depara el futuro?

El paso de las drogas físicas a las digitales plantea nuevas preguntas éticas, sociales y psicológicas. ¿Cómo regulamos un entorno diseñado para ser adictivo? ¿Dónde trazamos la línea entre el entretenimiento y la explotación psicológica? Así como en el pasado se implementaron leyes y políticas para combatir el tráfico de drogas, hoy enfrentamos el desafío de regular tecnologías que impactan nuestra mente y comportamiento de manera igualmente poderosa.

El cambio del consumo físico al digital no significa que uno haya reemplazado al otro, sino que ambos coexisten, adaptándose a los tiempos y a las herramientas disponibles. La responsabilidad recae en los individuos, las comunidades y los gobiernos para entender estos cambios y proteger a las personas de caer en nuevas formas de adicción.

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Álex Hertz

About Author /

Alex Hertz es un DJ y creativo con raíces en el diseño gráfico. Ha colaborado con marcas de renombre en la música electrónica, desarrollado campañas para festivales y trabajado con artistas internacionales. Además, ha diseñado colecciones de moda y merchandising que fusionan su estilo gráfico con tendencias actuales, destacando por su innovación y versatilidad.

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