Una entrevista con Afterlife y Moonseed

Tiempo estimado de lectura: 11 minutos

(ESP)

Conectando continentes y culturas, Afterlife y Moonseed han creado un álbum que fluye como el agua: fluido, inmersivo y profundamente arraigado en la sabiduría del Tao Te Ching. Grabado remotamente entre el Reino Unido y China, esta colaboración única se inspira en la antigua filosofía taoísta, paisajes sonoros ambientales y una percusión intrincada para crear música que evoluciona con cada oyente. Desde el espíritu espontáneo de Wu Wei hasta la suave guía de los instrumentos tradicionales chinos y las texturas baleares, el álbum es un viaje sereno pero a la vez complejo. Hablamos con ambos artistas para descubrir cómo su proceso creativo se desarrolló a través de diferentes zonas horarias, filosofías y tradiciones sonoras.

¿Qué equipo o software fue esencial para crear la paleta sonora de este álbum?

Moonseed:

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Los instrumentos a los que recurro más son mi Arturia MiniFreak, los plug-ins de la V Collection X y mi Moog Mother-32. Son absolutamente esenciales para cómo produzco música.

Afterlife:

Mi sistema modular, un Moog One, un Buchla Music Easel, dos Moog Matriarch sincronizados, un Korg Wavedrum, un Soma Labs Lyra 8 y un ARP 2600, además de un par de tambores melódicos afinados en la escala D Akebono, uno a 440hz y otro a 432hz. Para las reverbs, uso el Lexicon 224 y el Meris Mercury X. Mezclo en Cubase Pro porque, para mí, tiene el motor de audio más cercano al analógico. Utilizo plug-ins de Valhalla para los delays.


Moonseed, ¿cómo integras sintetizadores modulares con instrumentos tradicionales como el Guzheng sin perder la integridad de ninguno de los dos?

Moonseed:

Intenté que el guzheng asumiera un rol más atmosférico, de fondo. En lugar de componer melodías fijas, me incliné por la improvisación, con la esperanza de que apoyara suavemente el flujo ambiental sin llamar demasiado la atención. Al mismo tiempo, me mantuve fiel a las técnicas tradicionales de interpretación y a la escala pentatónica china, para no perder su esencia original.


Afterlife, tu trabajo a menudo es elogiado por su diseño espacial. ¿Cómo abordas la creación de entornos inmersivos desde el punto de vista sonoro?

Afterlife:

Tiendo a mezclar mientras escribo cada parte, para crear el espacio adecuado según lo que siento en ese momento. Esto hace que la mezcla final sea mucho más sencilla, ya que puedo concentrarme en el balance general, el ecualizado y los niveles de efectos para evitar el solapamiento de frecuencias que pueden ensuciar la mezcla. Luego considero la posición espacial de cada instrumento, uso pistas mono cuando es apropiado y creo paneos dinámicos para dar más movimiento espacial. Cuando estoy satisfecho, preparo una versión masterizada para comprobar la vibra general. Después escucho el tema durante unos días en mi equipo de sonido y, si algo me molesta, lo apunto. Si todavía me molesta tras una semana, hago los ajustes necesarios. A veces, lo que al principio parece estar mal puede ser solo una preconcepción, es importante escuchar el propio trabajo con objetividad.


¿Utilizaron grabaciones de campo o técnicas experimentales de superposición en este disco?

Afterlife:

No hice grabaciones de campo. Las capas musicales fueron bastante clásicas en el sentido de que no creo que ningún instrumento haya tocado un acorde por sí solo; todos los acordes surgieron de múltiples voces monofónicas. Fue muy refrescante trabajar con Moonseed, que entiende las armonías vocales clásicas, y tendimos a armonizar el trabajo del otro.

Moonseed:

El guzheng y mis voces fueron grabados en mi pequeño estudio.

La mezcla de Steve siempre me sorprende —le da a nuestras pistas una sensación de amplitud y espacio, donde cada sonido está claro y bien ubicado. Creo que eso añadió mucho color y profundidad a todo el álbum.


¿Qué desafíos enfrentaron al integrar distintos sistemas de afinación y tradiciones tonales?

Afterlife:

Ninguno, realmente. Cuando nos enviábamos los comienzos de una pista, incluíamos la afinación (ya fuera 440hz o 432hz) en nuestras notas, junto con los cambios de compás si los había. Tenemos suficiente experiencia musical para reconocer la mayoría de las escalas bastante rápido. Tocábamos nuestros instrumentos en función de lo que el otro había grabado, ya que el BPM de cada pista era solo una guía de reloj; la mayoría de los tempos eran bastante libres. No cuanticé nada de lo que toqué. Las partes secuenciadas corrían con un reloj CV independiente, que es mucho más preciso que el reloj MIDI, que puede fluctuar entre -0.5 y +0.5 BPM.

No soy muy fan de la cuantización; tiende a quitarle vida a la música. Me resulta más gratificante tocar encima de la pista, tal vez con unas cuantas tomas hasta que el “feeling” se siente justo.

Moonseed:

Básicamente ninguno. Para mantener la respiración dinámica de la música, a menudo no seguimos un tempo fijo; incluso en las pistas con batería no usamos cuantización. En esto, Steve y yo estábamos completamente de acuerdo.

¿Cómo abordan el ritmo entre ustedes? Algunas pistas flotan mientras que otras son más contundentes —¿ese contraste fue intencional?

Afterlife:

Para nada intencional, simplemente hicimos lo que se sentía correcto en el momento para cada pista. Toqué muchas de las baterías en el Korg Wavedrum, que no tiene MIDI, así que nuevamente, fueron varias tomas hasta que el “feeling” estuvo bien. A veces hubo cambios sutiles de compás.

Moonseed:

Tal vez fue solo cuestión de la sensación en el momento de producción lo que determinó si se usaba percusión o no. No decidimos de antemano qué pistas tendrían batería; todo fue en función de la vibra general de cada tema.


¿Qué consejo darían a artistas que trabajan a distancia y en distintos continentes en un álbum conceptual como este?

Afterlife:

Establezcan las reglas desde el principio. Nosotros teníamos una sola: honestidad total. Si cualquiera de los dos sentía que algo no funcionaba, lo decía de inmediato, como si estuviéramos en el mismo estudio. Esa es la definición de una buena colaboración: respeto por la visión artística del otro.

Moonseed:

Mi consejo para artistas que trabajan a distancia en un álbum conceptual como este sería que la confianza y la honestidad mutua son esenciales. Con esas bases y una comunicación abierta, la distancia no será un problema.

NDD-Afterlife5

(ENG)

Bridging continents and cultures, Afterlife and Moonseed have crafted an album that flows like water—effortless, immersive, and profoundly rooted in the wisdom of the Tao Te Ching. Recorded remotely between the UK and China, this unique collaboration draws on ancient Taoist philosophy, ambient soundscapes, and intricate percussion to create music that evolves with every listen. From the spontaneous spirit of Wu Wei to the gentle guidance of traditional Chinese instruments and Balearic textures, the album is a serene yet deeply layered journey. We spoke with both artists to uncover how their creative process unfolded across time zones, philosophies, and sonic traditions.

What gear or software was essential in crafting the sound palette for this album?

Moonseed

The instruments I turn to the most are my Arturia MiniFreak, the V Collection X plug-ins, and my Moog Mother-32 — they’re absolutely essential to how I produce music.

Afterlife:

My modular rig, a Moog One, a Buchla Music Easel, 2 Moog Matriarchs in sync, Korg Wavedrum, Soma Labs Lyra 8 and an ARP 2600, a couple of tongue drums in the D Akebono scale, one tuned to 440hz and the other tuned to 432hz. Lexicon 224 & Meris Mercury X for reverbs. I mixed inCubase Pro as for me it has a sound engine closest to analogue. Valhalla plug ins for delays.

Moonseed, how do you blend modular synths with traditional instruments like the Guzheng without losing the integrity of either?

Moonseed:

I tried to let the guzheng take on a more atmospheric, background role. Instead of composing fixed melodies, I leaned into improvisation, hoping it would gently support the ambient flow without drawing too much attention. At the same time, I stayed true to traditional playing techniques and the Chinese pentatonic scale, so that it wouldn’t lose its original flavor.

Afterlife, your work is often praised for its spatial design. How do you approach building immersive environments sonically?

Afterlife:

I tend to mix as I write each part to create the right space as I feel it at the time. This makes the final mix so much simpler where I can just spend time on overall balance, EQ, and FX levels to ensure no overlapping of frequencies which can blur or muddy the mix, then I consider the spatial positioning of each instrument, use mono tracks where applicable and create dynamic panning to give more spatial movement. Once I’m happy I then prepare a mastered version to check the overall vibe. Then I just listen to the track for a few days on my hi fi and see if anything disturbs me, if so I write down the issues and if they are still bugging me after a week then I make the necessary adjustments. Sometimes things that seem wrong initially can be due to preconceptions, it’s important to listen to one’s work objectively.

Were there any field recordings or experimental layering techniques involved in this record?

Afterlife:

No field recordings on my part, the musical layerings were quite classical in as much as I don’t think a single instrument ever played a chord, all chords naturally evolved from multiple monophonic voicing. It was so refreshing to work with Moonseed who understands classical voice harmonies and we tended to harmonise each others work.

Moonseed:

The guzheng and my vocals were both recorded in my little studio.

Steve’s mixing always surprises me — he gives our tracks such a wide, spacious feel, where every sound is clear and well-layered. I think that really added a lot of color and depth to the whole album.

What challenges did you face when integrating different tuning systems and tonal traditions?

Afterlife:

None really. When we sent each other the beginnings of a track we would include the tuning (either 440hz or 432hz) in our notes, together with changes of time signatures where applicable. We have enough musical experience to recognise most scales pretty quickly. We had to play our instruments around what each other had played as the BPM for each track was just a clock guide, most of the track tempos were pretty freeform, I didn’t quantise any of my playing. The sequencing parts ran from a separate CV clock which is way tighter than midi clock which can float between – .5 and + .5 BPM

I’m not a huge fan of quantising, it tends to take the life out of the music, I find it more rewarding to play along to the track, maybe a few takes to get the feel just right.

Moonseed:

There was basically none. To maintain the dynamic breathing of the music, we often didn’t follow a fixed tempo, even in the tracks with drums, we didn’t use quantize. On this point, Steve and I were in strong agreement.

How do you two approach rhythm? Some tracks drift while others hit—how deliberate is that contrast?

Afterlife:

Not at all deliberate, we just did what felt right at the time for each track, I played a lot of the drums on the Korg wavedrum which has no midi so again, a few takes to get the feel right. Sometimes there were subtle time signature changes.

Moonseed:

Maybe it was all about the feeling in the moment of production that determined whether percussion was used. We didn’t decide in advance which tracks would have drums; it was all based on the overall vibe of each track.

What advice would you give to artists working cross-continentally on a conceptual album like this?

Afterlife:

Set the ground rules first. We had only one rule. Total honesty, if either of us did not feel a part was working then say so immediately as if we were in the same studio. That is the definition of a good collaboration, respect for each others artistic vision.

Moonseed:

My advice for artists working cross-continentally on a conceptual album like this would be that trust and mutual honesty are essential. With these foundations in place and open communication, distance won’t be an issue.

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