Entre luces y sombras: el verdadero rol del booking
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La música nunca fue para algoritmos.
Nació para pies que marcan el ritmo en el suelo, para gargantas que se desgarran cantando en coro, para llenar los silencios que duelen.
Pero hoy vivimos en un mundo donde un “like” pesa más que una lágrima, y donde los números miden el valor de una canción mejor que el alma que la hizo posible.
Ser artista ahora es como caminar sobre una cuerda floja: de un lado, la emoción pura de crear; del otro, la presión constante de tener que “rendir”, de demostrar que vales por tus streams, tus seguidores, tus cifras. Y en medio de todo eso, está el booking: que a veces es un aliado… y otras, una trampa disfrazada de oportunidad.
Te digo algo que aprendí a base de golpes: si no estás pinchando a full, no necesitas una agencia de booking.
Y sobre todo, no te dejes seducir por esas promesas brillantes que te venden “la luna” a cambio de una comisión… y luego desaparecen como humo.
He visto a muchos artistas quemados por eso. Yo mismo he estado cerca.
Una buena agencia de booking no es solo una lista de contactos.
Es un puente entre tu visión y el mundo real. Es quien negocia sin venderte, quien defiende tu propuesta sin diluirla, y hace que lo que nació en la intimidad de un cuarto llegue al escenario sin perder su esencia.
Esto no es solo logística. Es luchar por dignidad:
— en cada caché que se negocia,
— en cada cláusula técnica que se revisa,
— en cada viaje que se organiza sin que te quedes sin un peso en el bolsillo.
No se trata de llenar fechas en un calendario como si fueran casillas de un juego.
Se trata de construir un recorrido con sentido, que deje huella más allá del “sold out”.
Y sobre todo, de proteger ese pulso creativo que te hace único, frente a la máquina que solo ve números.
Porque detrás de cada concierto hay noches sin dormir, facturas sin pagar, técnicos que nadie nombra, kilómetros acumulados y un montón de “no” antes del primer “sí”.
Y sí: por muy buena que sea tu música, si no tienes estructura, paciencia o una red que te sostenga, puede que nunca llegue a quien debería escucharla.
Eso de “algún día me descubrirán”… es un cuento bonito, pero la industria no funciona así.
El booking no es magia.
Es trabajo duro, llamadas que no contestan, correos que se pierden en el limbo, y rechazos que duelen.
Pero también puede ser un faro.
Porque cuando alguien cree de verdad en tu proyecto, abre puertas que parecían cerradas para siempre.
Y sí, en este mundo hay de todo: gente seria que camina contigo, y otros que solo quieren sacarte un beneficio rápido.
He visto agencias que prometen giras internacionales, contratos millonarios… y al final, ni te pagan los bolos que sí hiciste.
Eso no es solo una mala experiencia: es una traición al arte.
Y yo ya no me callo frente a eso.
¿Promotores, festivales, salas, medios?
¿Hasta cuándo van a jugar solo a lo seguro?
¿No es hora de apostar por lo que aún no suena en los main stages?
Porque sin escena viva, no hay industria. Sin comunidad, no hay futuro.
El booking, cuando se hace con ética y corazón, no solo vende entradas: construye relatos.
Abre espacios para lo pequeño que late con fuerza.
Y defiende la idea de que la música no es solo contenido: es refugio, resistencia, territorio compartido.
Yo quiero seguir caminando con quienes entienden eso.
Con quienes saben que detrás de cada nota hay una persona, una historia, una lucha.
#NoAlBookingAbusivo #NODIVADJS
Porque el arte merece respeto. Y quienes lo hacemos, también.