CAPÍTULO 11
Tiempo estimado de lectura: 3 minutos
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Este libro explora la vida en los márgenes de la sociedad a través de historias crudas y honestas sobre música electrónica, sexo, drogas y libertad. Su lenguaje directo y temas sensibles buscan reflejar la autenticidad de una cultura que desafía las normas establecidas.
Advertimos que algunos capítulos contienen lenguaje explícito y referencias a situaciones adultas. No buscamos glorificar conductas de riesgo, sino ofrecer un testimonio sincero que invita a reflexionar sobre la búsqueda de identidad, conexión y trascendencia.
Léelo con mente abierta y responsabilidad.
DURO E INTENSO
Salgo del bar con las venas hinchadas, todas.
Creo que debería dormir algún día, pero con todo lo que llevo encima podría tener despierto a Madrid y parte de Valencia. Valencia… me pongo a recordar, juro antes de empezar esta historia viva en el Puerto de Sagunto, bendita época bakala en la que me patee los peores afters y descubrí el speed.
Maldito speed, más barato que la farlopa, no me rayaba y además podía trabajar. En qué momento…ahora, lo de follar era otra cosa. El puto speed tenia un efecto “secante” en mi, me dejaba envasado al vacío y la polla, uf. No molaba.
Volvemos a Madrid, volvemos a poner orden en mi cabeza y a repasar dónde podía ir. Caigo en que unos amigos hacen fiestas en unos bungalows cerca de Alcorcón, en Villaviciosa de Odón. No molestabas a la gente y podías estar el tiempo que quisieras. No se lo que pude llegar a follar allí desde que descubrí el sitio hasta hace unos años. Creo que allí se terminó de forjar la relación en mi cerebro entre las drogas y follar.
Me folle gogos, me folle amigas que ”no me cobraron”, me folle chicas que había conocido ese mismo día y termine follandome el cerebro una noche en la que todo salió mal, muy mal.
Llegamos un@s puntos, cogimos dos casitas individuales para 3 personas, éramos 11. Alcohol, cocaína, speed en montañas, pastillas “rojas verdes y amarillas”, verídico, y equipos de sonido y ordenadores para pasar una década encerrados. La cosa se alargó a una semana, tanto así fue que entre fiesta y fiesta me iba a trabajar en un pub de Móstoles y Rivers 59.
Duro e intenso “fin de semana “ de 7 días. Al final solo quedaba lo peor, durante la semana se fue juntando gente, unos se iban, otro no, otros trabajaban y otros volvían por que les había dejado la novia, por bakalas.
Solo nos quedaba una casita en la que había un marica ciclado de bote, un neo bakala tan enzarpado que no sabia donde estaba ni quien éramos, un camello de cuyo nombre no quiero acordarme, una puta, mi lio y yo. Lo que paso a continuación lo podría haber visto venir Stevie Wonder, y es que no hay que ser muy listo para darse cuenta de que ese cocktail de drogas, putas, maricones y yonkis solo podía acabar como acabo.
La semana que viene más y mejor…
Este capitulo pertenece al libro “Cocaína, Sexo y Techno” escrito por Alex Hertz y que podrás leer aquí semanalmente en exclusiva.